Cuando empecé en esto de querer ser artista, recuerdo que salía de una larguísima clase de tipografía. En ese entonces estudiaba en la facultad de artes y diseño de Oberá. Viernes extenuante de caligrafía, ductus, trazos, ángulos y demás cosas que ya no me acuerdo. Ese día salí de la clase sintiéndome agotado pero con muchas ganas de dibujar libremente, sin reglas, simplemente necesitaba expresarme sin reglas, sin usar palabras, simplemente dibujar.
 Antes de ir a mi departamento ubicado en la calle Sarmiento unas de las principales avenidas principales de la ciudad de Oberá ("lo que brilla" en guaraní), pase por una librería artística y técnica que para mi en ese entonces era como ir a una cancha de fútbol o algo así, quiero decir que me generaba alegría y ganas de hacer cosas. Por ese entonces alquilaba un dúplex a la familia Nikolajuc unos comerciantes que manejan una funeraria, no recuerdo bien el año, pero pagaba 850 pesos argentinos. En la entrada estaba la oficina del negocio, y al fondo había dos departamentos, uno de esos lo habitaba yo.
Esa tarde compré tizas pasteles para pintar y estilógrafos descartables de varios tamaños. Primero agarré las tizas y me puse a dibujar rostros sombríos a gran velocidad sin pensar, simplemente me dejaba ser. Usaba directamente mis dedos sobre el soporte. Por sectores acumulaba material y con la yema de los dedos esparcía enérgicamente sombreando la figura, en un lapso breve dibujé una decena de imágenes de tamaño considerable en cartón, papel, lo que tenía a mano retazos de materiales que usaba en trabajos prácticos de la facu. Para pintar el fondo de la composición usaba pintura al aceite y thinner. 

Hacía frío y estaba encerrado con todas esas emulsiones del solvente. No solo era inconsciente en mi forma de trabajar, sino que tampoco pensaba demasiado en mi salud. Los resultados me dejaban extrañado, pensaba que cosas más raras estoy haciendo, era una sensación rara de alivio por haber "sacado" esa oscuridad de mi interior pero inquietud por el aspecto sombrío del retrato. Nunca consideré "lindo" lo que hago, tampoco lo consideraba por aquel entonces. Pero sí puedo decir que si hay algo bueno de mi trabajo, es que es honesto.
Por esos años leía débilmente cosas de psicoanálisis, la teoría de la sexualidad de Freud, esta idea de que los niños eran unos "depravados polimorfos". De igual manera mi favorito siempre fue JUNG, sus teorías del inconsciente colectivo, la sombra etc. Libros como El hombre y sus símbolos, El secreto de la flor de Oro, el misterio de la transmutación alquímica de los sabios de oriente. La psicomagia de Jodorosky, su cine bizarro y artístico, sus "aspirinas metafísicas". El Taoísmo combinado con clásicos del esoterismo como el Kybalion y los tres iniciados entre otros. La neo figuración argentina de los años 60, la obra de Yuyo Noé, los dibujos de Jorge De la Vega. Monica Millán la gran maestre del arte visual argentino.  
Todo esto hizo un mboyeré estético/literario/creativo/lúdico en mi cabeza. Sumado a la experimentación desprolija que hacíamos en ese entonces con hongos alucinógenos como el cucumelo, una seta que crece de la bosta del cebú, (auténtica transmutación alquímica si las hay) la misma contiene psilocibina, un psicoactivo que puede elevarte al cielo y hacerte caer al mismo infierno de la mente del todo, los límites del observador y observado se diluyen. 
Como decía Huxley "Todo está en todo. Todo es realmente cada cosa". 
Era un ambiente universitario tiernamente cliché. En aquellos días conocí a mucha gente, como Pablo O'Connor, mi querido amigo con el que empezamos un emprendimiento de Indumentaria que se llamó Psycho Killer. Con Pablo creamos una muestra de nuestro arte que se llamó "El sombrero derecho en la cabeza izquierda", frase hurtada a Macedonio Fernandez. La misma ocurrió en el año 2012  en un laboratorio de arte, diseño experimentación que se llamó NOLUP ubicado en la ciudad de Posadas. En mi caso fue mi primera exposición, no estoy seguro si la de Pablo también. 

Es extraño esto de recordar, será la edad, no lo sé. Es pensar para atrás y pretender que a alguien más le interese esa cadena de causas y efectos que es la propia vida. En lo personal son tiempos de profundos cambios. Últimamente me pasaron cosas que no vienen al caso escribir, pero modificaron gran parte de mis creencias y forma de vivir. Una nueva dimensión de la soledad me vino a mostrar y a enseñar que en realidad no estoy tan solo, que las personas que tienen que estar, aparecen como en un sueño y luego se van. 
Pienso en todas las transformaciones que atravesé a lo largo de estos años. Toda la gente qué conocí. Todo lo que pasó. El guión secreto de la vida que viene a vincularse y desvincularse con las personas (maestros/maestras) adecuadas en el momento y lugar exacto. El arte y la utopía de la libertad. Esa búsqueda constante. Un poquito de alegría y sentido. El amor a la belleza, el verdadero motivo del aprendizaje y la educación según Platón. Mirar hacia atrás y recordar porqué hacemos lo que hacemos y así advertir en qué nos estamos convirtiendo.
Patri.
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