"Indio, astrólogo, poeta que sabe del ruedo del sol y de la luna, eclipse, estrellas, cometas y hora, domingo, mes y año y de los cuatro vientos para sembrar la comida, desde antiguo"(...) .
Nueva Crónica y Buen Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala
Luego de terminar el secundario decidí irme a vivir a Córdoba. La idea era estudiar, no tenía muy en claro qué. Sabía que era algo relacionado a la imagen, a lo creativo, quizás al diseño. Oía voces como las de mi madre que me decían, estudia algo que te dé de comer el día de mañana. Entre las opciones me sugería Diseño industrial. Yo lo que en realidad quería era irme a vivir solo a otra ciudad.
Un amigo también se iba vivir y a estudiar a Nueva Córdoba. Él se había inscripto para una carrera de nueva de la UNC que se llamaba "Comunicación visual" un terciario que se iba a cursar en un colegio jesuita llamado Montserrat de 400 y pico de años, de ahí egresaron varios masones de la historia argentina como: Juan José Castelli, Juan José Paso, el Deán Gregorio Funes, Nicolás Avellaneda y José Figueroa Alcorta, Vélez Sarsfield mujeres bien gracias.
Estaba buena la carrera. La misma abordaba diferentes tipos de dibujo: artístico, publicitario, técnico, arquitectónico etc. Era nueva y no era tan larga. Sumado a que se cursaba en un lugar con mucha historia, algo así como el nacional Buenos Aires, o Carlos Peregrini pero en Córdoba, tenía catacumbas que salían en distintos puntos del centro de la ciudad.
En una de las aulas donde cursamos la materia de dibujo artístico había una réplica exacta o casi exacta de la pintura de Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp. de 1632 de Rembramd. Escuchaba poco y nada la clase del profe, flasheaba con la imagen y los tendones del antebrazo del finado y sus pies helados. Pero bueno me estoy adelantando, todavía no llegué ahí.
Monica Millán
Bueno todo para hablar de la Millan:
"Profesora de Dibujo y Pintura. Estudió en el taller de Luís Felipe Noé. En dibujo, pintura, bordado y tejido trabaja el vínculo naturaleza-cultura. Entre sus recientes muestras están Cositas. El olvido de mi (2021), Anotaciones y algunas flores (2019), Pasa ante mi el silencio (2017), Los trabajos y los días (2014), ¿Oíste los pájaros que cantaban por el corazón de la lluvia? (2014, Madrid; 2013, Bs. As.). Participó en muestras colectivas y en las bienales Mercosul 2018, del Sur Panamá 2013 y La Habana 2012, entre otras. Coordinó diversos proyectos artísticos en el país y Latinoamérica. Curadora y jurado en salones y ferias nacionales".
https://www.fundacionkonex.org/b4433-monica-millan#:~:text=Curadora%20y%20jurado%20en%20salones,Honor%20Bienal%20de%20Cuenca%202004.
Tengo recuerdos desde muy chico de la presencia de Monica en mi vida. Era conocida de la familia y muy amiga de Salvador Giménez, un gran artista misionero, actor, dramaturgo, cocinero, esteta. Un loco iluminado que por fortuna es mi tío. Allá por la década del 90 Mónica hizo algunos trabajos para mis viejos. Carmen y Pichón siempre se dedicaron al comercio y en ese entonces tenían un boliche bailable y una hamburguesería.
Monica intervino el mobiliario y ambientó el lugar de este último. Me acuerdo que eran grafismos de pinceladas gruesas, creo que parecidos al estilo de Keith Haring, pero con una iconografía propia, había muchos ojos, líneas, garabatos etc. También recuerdo que en un momento en casa había unas pinturas preciosas sobre MDF hechas por ella. Eran mujeres obesas, divas, queers, que vaya a saber porque se guardaban en casa.
En ningún momento mi familia y yo le dimos valor a ese material, tampoco tomamos medidas para conservarlas en condiciones adecuadas, bueno en realidad mis viejos, yo era un niño que quería jugar al fútbol y vagar en el barrio con mis amigos. Eran otros tiempos de una argentina precaria e inculta de los años 90. Las pinturas se pudrieron con la humedad de la terraza y el abandono.
Monica fue maestra de muchos artistas, hace poco me entere que Mauro Koliva también fue su alumno.
MAURO KOLIVA# 223 de la serie FLASMAGROOM, 2017 -Birome con tinta gel sobre tela - 185 x 285 cm
Volviendo al tema del ingreso para Comunicación visual nos pedían: una pintura de naturaleza muerta hecha en papel Fabriano, prácticas básicas de dibujo y representación, perspectiva, luz y sombra. Algunos conceptos más. No era complejo ni difícil. Gracias a mi madre Carmen, Monica accedió muy gentilmente a ayudarme a preparar el ingreso.
Sus clases eran muy particulares. En ningún momento me dijo, esto se hace así o asá, o hace esto de esta manera. En el primer encuentro, ella misma armó una lista de materiales, también me acompañó a la librería a comprarlos. Si hubiese ido solo, habría comprado lo más barato, para que me quede un poco de plata para después. Todo el dinero que me dieron mis viejos lo gastamos en témperas albas profesionales y lápices de dibujo, gomas miga de pan, trinchetas para sacar puntas.
Desde ese día hasta el último, lo único que hice fue dibujar y pintar una planta que estaban en la casa de su madre. Mónica estaba viviendo en Buenos Aires desde aquel entonces y estaba de visita o algo así. Mientras pintaba conversábamos o mejor dicho ella hablaba y comentaba algunas cosas, yo no hablaba tanto. Como quería hacerlo bien estaba concentrado, por momentos fluía disfrutaba.
Ella hablaba de sus proyectos, me mostraba imágenes de muestras en las que estaba participando. Luego tejía o dibujaba. También escuchábamos música en su Macintosh que había traído de Canadá. No recuerdo qué escuchábamos. Me acuerdo que tejía tipo crochet unos camalotes gigantes de varios colores, me hablaba de un jardín sonoro una instalación que había realizado. Yo seguía avanzando con la pintura, mezclando la témpera y armando los colores y eso. Me acuerdo que en un momento me habló de un artista y me mostró fotos, era Carlos Regatzoni. No vimos su obra, sólo su aspecto.
También me habló de Hokusai, esa historia cuando un alumno le preguntaba:
<<Maestro, ¿cómo hizo para pintar esa ola?>> el artista le contesta: <<Yo soy la ola>>.
Pasaron los encuentros y por un lapso del proceso sentí que mi composición estaba quedando realmente linda. Hasta a mí me sorprendía. Nunca había pintado de esa manera usando témpera profesional como acuarela y mucho menos practicando la paciencia y la contemplación. Es más, ella habló por teléfono con una persona y muy alegremente decía: <<Acá estamos con Patricio, vieras la hermosa pintura que está haciendo>>.
Igual tengo que reconocer que al final no quedó tan buena, quedó empastada, no sabía cuando parar.
Otro día en horas de la siesta, trabajamos en otra habitación de la casa. Yo pintaba en una mesita con un velador que alumbraba mi sector. El lugar estaba prácticamente oscuro. Salvo donde ella dibujaba arrodillada arriba de un pequeño almohadón. Un proyector antiguo de esos que se le meten las diapositivas arriba, proyectaba sobre un soporte fotografías de vegetación y personas campesinas del Paraguay.
No recuerdo si dibujaba sobre lienzo o papel. Si me acuerdo que ella en un momento me decía que le gustaba mucho como quedaba el lápiz sobre el lienzo. Ella calcaba todos los detalles. Eso aprendí de Monica; la multiplicidad de técnicas, soportes y materiales que usaba. También la calidad de los mismos.
Ver lo que estaba haciendo esa tarde me impactó mucho. En ese momento pensé, que para ser artista había que trabajar muchísimo, y animarse a una tarea descomunal que ese era el secreto. En realidad es era mas que eso. Era cultivar la paciencia, la contemplación, entrar en ese trance, ese espacio de tiempo abolido como dice Mauricio Kartun. Flow, como se le decía en los 90. Ese estado de conciencia particular donde nacen todas las artes y seguramente la experiencia mística.
Monica es una mujer suave, de hablar pausado y sereno. Su sola presencia impone respeto, transmite sabiduría y laboriosidad. También hay algo exigente en ella, algo que jamás se relaja, una atención que nunca se distrae. Creo que a mí siempre me inhibió. Estando con ella Inmediatamente sabes que estás en frente de alguien distinta, que está un poco más allá de lo ordinario.
Llegó el día del examen de ingreso. Aprobé. Aunque eso no tenga ninguna importancia ni relevancia.
El año pasado, en Noviembre de 2021 estábamos con mi familia en el museo de arte moderno en el barrio de San Telmo, Buenos Aires. Fuimos a ver la muestra “Adriana Bustos, Claudia Del Río, Mónica Millán: Paisaje Peregrino” una muestra colectiva de la que Monica estaba participando. La misma estaba exhibida en el subsuelo. Cuando entramos a la sala, los ojos solos se clavaban imantados en un dibujo gigante hecho sobre lienzo que te dejaba con la boca abierta. Luego en el resto de sala había trabajos de ella hechos con retazos de telas diversas. Que no me emocionaron tanto.
Al rato de estar recorriendo y observando, aparece. Estaba con dos personas charlando. Nos ve y alegre nos saluda. Mi hermana, mi madre, mi cuñado hablaron con soltura, al igual que mis sobrinos que no la conocían. Yo quedé mudo, de snob e inseguro. Debe ser la admiración y lo que nombraba más arriba. Nos habló de su dibujo, que lo hizo para la muestra y que ya no disfrutaba tanto dibujar, le cansaba mucho la vista y era un proceso muy solitario, los últimos años se estaba dedicando al bordado.
En esos días yo estaba presentando en el museo Yaparí en Posadas Misiones, una muestra titulada Saturación, discursiva, disruptiva. Sentí un poco de vergüenza de mi trabajo comparado a lo que estaba viendo, anteriormente habíamos visto una retrospectiva de Alberto Greco en el piso de arriba, que también me había generado el mismo sentimiento.
Para mi sorpresa, Monica me dijo que el día anterior había ido a ver la exposición en Posadas, que vio con atención cada una de los trabajos y que estuvo un buen rato. Jamás me dijo que le gustó lo que vio. Pero bueno algo es algo. Yo estaba helado.
Para concluir creo que lo que hizo Monica en mí, fue ayudarme a ver un camino, sin hacer en ningún momento un juicio de valor por nada. Que el camino es solitario, que hay que trabajar muchísimo. Que el arte es cosa sagrada, es contemplar y crecer siendo consciente de la vida.
Sonia Abian:
Sonia Abián (*1966, Posadas, Argentina) Empezó su carrera artística como pintora; luego sumó a esta actividad el arte de acción, el videoarte y el arte conceptual. El punto de partida de sus obras es la investigación y el trabajo de archivo.
Aparatoángel, Sonia Abián,, Instalación 2010. Pintura, collage, hilos de nylon, tela de encuadernar, luz. Colaboración: Raquel Avellaneda. Museo Reina Sofía, Madrid, Haus der Kulturen der Welt, Berlín, Museo de Arte Contemporáneo La Paz. Fotos: Andreas Siekmann, Florencia Aliberti, Diego Salazar.
Con Sonia estudie unos meses en el año 2013 creo. Hacíamos una especie de clínica de arte en su casa de la esquina Jujuy y Salta. Un lugar inusual, media manzana en pleno centro con inmensos árboles, follaje, monte. Su casa estaba totalmente cubierta por la vegetación.
Ahí fui durante un breve lapso de tiempo que habrán sido un par de meses. El día que fui a visitarla para charlar sobre el precio de sus clases me dijo que podríamos establecerlo de la siguiente manera;
<<Patricio, yo te digo un precio, vos me decís otro. 100!>> Me dijo, <<70!>>Dije yo.
<<Hecho>> Aceptó
Me gustaba mucho la mirada de Sonia. Cuando se bajaba los lentes y miraba fijo con sus dos pares ojos azules inteligentes cuando yo decía una boludes. Era raro todo aquello. Su casa, el clima, su forma de trabajar era totalmente diferente al cliché que yo tenía en la cabeza y que quizás siga teniendo.
No se clasificar su arte, debe ser por desconocimiento de historia del arte. Pero entiendo que proviene más de la artesanía intelectual, usando el término de William Camacho.
En esos encuentros, siento que ella quiso transmitir, la importancia del orden del proceso creativo. Creía mucho en el catálogo, en el archivo. En el sistema intelectual y conceptual que sostiene una obra de arte de esas características. El valor estaba en la investigación, en el registro, en el monitoreo de la planificación. Un arte que proviene más del intelecto que de la emoción.
Un arte con muchas capas, sutilezas yuxtapuestas, que no todos alcanzamos a percibir, requiere esfuerzo y comprensión de texto, análisis, lectura entre líneas. De igual manera, todo esto está latente en el trabajo y emanan de él. Por más que no hayamos entendido literalmente el concepto, esas capas de significado están operando en nosotros, modificándonos inconscientemente.
Siempre valoré más lo que por incapacidad no pueda o no quiera hacer. Sonia me enseñó esto que acabo de nombrar más arriba. Hay que entender el proceso para controlar el efecto que se busca. Me hablaba que la obra de arte debería generar conocimiento. Si bien estuve poco tiempo estudiando con ella, en ese breve lapso su trabajo modificó mi forma de ver las cosas. No sabía que años más tarde el camino que ella me mostró presentaría una ruta que tendría que transitar.
“Los ángeles son una parte importante porque son mediadores. Sin ángeles no hay aparato de gobierno porque no existe el contacto entre el poder divino y el ser humano”, definió.
“El filósofo italiano Giorgio Agamben hace la relación de los ángeles y los medios de comunicación. Los medios de comunicación son los actuales ángeles. ¿Cómo se ejerce el poder?: se ejerce a través de imagen y texto, producción de discurso. Esa es la posición. Hablamos de ángeles pero estamos hablando, en realidad, de una posición, de un lugar, y puede estar ocupado por algo con alas, un ser alado, o puede tener otra forma como un medio comunicación”...
Silvia Rivera Cusicanqui
"Es una socióloga, activista, teórica e historiadora boliviana. Ha investigado la teoría anarquista, así como las cosmologías quechua y aimara. Fue directora y cofundadora en 1983 del Taller de Historia Oral Andina (THOA) y actualmente dirige el Colectivo Ch'ixi. También trabaja directamente con los movimientos indígenas de Bolivia, como los tupacataristas y los cocaleros".
Marzo del 2018, pleno macrismo estaba trabajando en mi taller. Esa mañana mientras dibujaba, escuchaba de fondo videos de YouTube. Unas conferencias de Rita Segato, seguidas de entrevistas en las que hablaba de la pedagogía de la crueldad, el machismo, feminismo en latinoamérica etc.
Al terminar uno de estos videos, el algoritmo puso en la lista una conferencia de Silvia Rivera Cusicanqui en una universidad en Argentina. Luego un reportaje hermoso de su trabajo que dieron en canal encuentro. Recuerdo que quedé inmediatamente enganchado con sus ideas. Fan número 1. Todo lo que decía me parecía nuevo, interesante. Cercano, posible.
Empecé a buscar información sobre su trabajo y del taller de Sociología de la imagen, oralidad y escritura que se realizaba en invierno y verano cada año. El lugar era el Tambo en el barrio de Sopocachi de La Paz. Esa data me llevó al blog del colectivo Ch’ixi, la data estaba medio encriptada pero por vagancia no por otra cosa.
A los días estaba conversando con un tal Ivan ,uno de los integrantes del grupo "Taller de Historia Andina (THOA), del cual también participaba Silvia desde año 1983 si no me equivoco. Me respondió y me dijo que durante todo enero se iba a realizar el curso de Verano. Me pidió que envíe por correo mis datos y mi CV. Que él más adelante se comunicaría conmigo y me facilitaría más información.
Pasaron los meses y cerca de fin de año, cuando pensaba que no iba a quedar seleccionado me llega un correo con el programa de estudios del taller e información de hospedajes que alquilaban familias cercanas al colectivo ch’ixi. Rápidamente reservé una habitación en la casa de Beatriz Chambilla Mamani, una socióloga boliviana que nos hospedaría en ese mes que duraba el curso.
Se avecinaba un viaje largo e intenso. Las semanas previas empecé a leer la abundante bibliografía que pedían. El programa era excelente. Dejo el link porque las lecturas no tienen desperdicio, si pueden buscarlas y encontrarlas no se van a arrepentir.
http://colectivachixi.blogspot.com/2018/06/sociologia-de-la-imagen-pensamiento-y.html
Empecé a buscar información sobre su trabajo y del taller de Sociología de la imagen, oralidad y escritura que se realizaba en invierno y verano cada año. El lugar era el Tambo en el barrio de Sopocachi de La Paz. Esa data me llevó al blog del colectivo Ch’ixi, la data estaba medio encriptada pero por vagancia no por otra cosa.
A los días estaba conversando con un tal Ivan uno de los integrantes del grupo "Taller de Historia Andina (THOA), del cual también participaba Silvia desde año 1983 si no me equivoco. Me respondió y me dijo que durante todo enero se iba a realizar el curso de Verano. Me pidió que envíe por correo mis datos y mi CV. Que él más adelante se comunicaría conmigo y me facilitaría más información.
Pasaron los meses y cerca de fin de año, cuando pensaba que no iba a quedar seleccionado me llega un correo con el programa de estudios del taller e información de hospedajes que alquilaban familias cercanas al colectivo ch’ixi. Rápidamente reservé una habitación en la casa de Beatriz Chambilla Mamani, una socióloga boliviana que nos hospedaría en ese mes que duraba el curso.
Se avecinaba un viaje largo e intenso. Las semanas previas empecé a leer la abundante bibliografía que pedían. El programa era excelente. Dejo el link porque las lecturas no tienen desperdicio, si pueden buscarlas y encontrarlas no se van a arrepentir.
http://colectivachixi.blogspot.com/2018/06/sociologia-de-la-imagen-pensamiento-y.html
Llegó el día de partida. Fuimos en Micro de Posadas Misiones a Chaco, luego tomamos otro colectivo a Salta. Después otro a Jujuy. Estuvimos un día en San Salvador, uno en Humahuaca. Luego fuimos a La Quiaca, de ahí cruzamos la frontera a Villazón tierra Boliviana. Luego pasamos por Tupiza, Uyuni, Potosí, Sucre, de ahí tomaríamos un tren hasta Oruro, finalmente otro bus a La Paz.
Lo único que voy a decir es que, de Villazon a Uyuni estuvimos cerca de la muerte muchas veces. El chofer manejaba demencialmente al borde del precipicio, llovía, el vehículo era viejo. Hasta ese día siempre me creí exclusivo y con buena estrella. Ese día comprendí lo gil que era, que en cualquier momento podría morirme al igual que todo el mundo, que en última instancia nada depende de uno.
La gente del lugar iba relajada, muchos durmiendo, algunos niños jugaban. Había un par de argentinos en el bus, todos con los ojos grandes, saltones, llenos de pánico y miedo real. No acreditando lo cerca que estábamos de morir por impericia del conductor. El paisaje era surrealista como si estuviésemos en la luna estaba completamente oscuro.
A un lado del camino enormes paredes de arenisca, del otro lado el vacío. Andrea mi companera de ese entonces al lado mío, respirando con los ojos cerrados, tratando de estar en calma. Admiré su templanza.
Ese viaje en bus me enseñó mucho. Pensé en la intensidad con la que vive el pueblo boliviano en el tiempo presente. Como si no hubiese futuro. El día de hoy puede ser el último, pero no como una frase hecha, realmente es así. La concepción de la muerte, la culpa es totalmente distinta en Bolivia. Ni hablar el concepto de individuo y comunidad. Lo que a nosotros nos parece trágico ellos lo viven con total naturalidad. Las cosas son lo que son.
Después de todo el trajín, cerca de la medianoche llegamos a salvo Uyuni. Nos bajamos del bus y fuimos directo a la estación de trenes. De ahí tomamos un tren a Oruro. Ese viaje fue más calmo, hacía mucho frío. Lo disfrutamos ya que pudimos descansar sin el sentimiento de que íbamos a morir. A la mañana siguiente tomamos café y desayunamos. El tren tenía un buen servicio sumado a la increíble vista, vimos miles de flamencos, montañas nevadas que contrastaban por momentos con enormes basurales a cielo abierto. Construcciones abandonadas por el tiempo, como si pertenecieran a otra realidad.
Llegamos a Oruro. Fuimos directo a la terminal y compramos el pasaje a la Paz. Otra vez, fueron algo así como 3 hs y pico de tensión al borde de hacernos mierda contra el boulevard de la autopista en un colectivo de dos pisos. Miré por la ventana y vi volcada una combi. Cholas saliendo del interior del vehículo recién había sucedido el accidente. Kilómetros más adelante un camión sin carga estampado contra una columna de concreto.
Realmente no podía creer lo mal que manejaban. En un momento el chofer empezó a jugar carreras con otro bus. El micro tembló vibrando fuertemente por haber llegado al límite de velocidad. Una señora empezó a gritar para que deje de hacer semejante locura. Que nos iba a matar a todos. El chofer y su acompañante iban en la cabina lo más divertidos riendo escuchando música a todo lo que da.
En ese momento me hinché los huevos y bajé a la cabina. Con la voz entrecortada por la bronca, le dije que estaban locos. Que dejen de jugar carreras. El chofer me respondió que no estaban jugando carreras y que él estaba manejando a la velocidad reglamentaria 80 KM por hora. Lo cual era mentira. Nervioso subí a mi lugar. Lo bueno fue que a partir de ese momento bajaron la velocidad lo cual hizo que el viaje fuera más tranquilo. Eso sí, desde la cabina hablaban en voz alta, reían y decían para que yo escuchase: <<No tan rápido que el blanquito se enoja>>
Por fin. Llegamos a la terminal de La Paz. Cacofonía, mensajes de ofertas de pasajes, productos se escuchaban de los altoparlantes. Llovía mucho día gris. Teníamos mucha hambre. Avisamos a Beatriz que ya estábamos en la ciudad. Que comeríamos algo cerca de la terminal e iríamos en taxi al departamento.
Después de 15 minutos de viaje, llegamos a la propiedad en el barrio de Sopocachi. La primera impresión fue de, ¿a donde venimos, qué hacemos acá? Una casa de 3 pisos con ladrillos sin revocar. Como si la construcción no estuviese terminada. La mayoría de las construcciones son así.
En la planta baja había un taller de automóviles del padre de Beatriz. En el primer piso el hombre vivía con esposa tenían un árbol de duraznos. En el Segundo piso vivía la hermana de Bea con su familia. El último piso era de Beatriz, el lugar donde nos hospedamos por todo enero de ese año. Empezaba el 2019.
Luego cuando ingresamos al depto nuestra sensación fue radicalmente distinta. Bea nos atendió muy amablemente y nos mostró su casa. Era hermosa. Sumamente ordenada. Beatriz era obsesiva del orden y la limpieza. Dentro de su casa caminaba con dos trapos debajo de su calzado para no rayar el parquet cosa que nos causaba gracia y simpatía. Teníamos la mejor vista de la Paz, se veía toda la ciudad y el imponente cerro Illimani.
Uno de los recuerdos más lindos de ese viaje fue lavar la ropa a mano en la terraza de la casa de la familia Chambilla Mamani mirando el Cerro, era muy relajante y bello.
Vimos su biblioteca, nos contó que era Socióloga. Tomamos café y mate. Nosotros no teníamos yerba pero Bea si. Anteriormente había hospedado a una estudiante Misionera que no recuerdo el nombre pero le había dejado un paquete, eso me puso muy contento porque también pudimos tomar mate pero en una taza, algo es algo.
Charlamos y nos habló del curso de Sociología de la Imagen. Ella en ese momento no estaba vinculada más al Tambo porque no tenía tiempo. Estaba haciendo unos trabajos para su comunidad en un pueblo alejado, viajaba temprano en la mañana y volvía tarde a la noche. Anteriormente participaba activamente.
Nos comentó acerca de un trabajo de investigación que realizó para la revista boliviana de ciencias sociales Tinkazos sobre las mujeres mineras en la Cooperativa Minera Chorolque Potosí-Bolivia.Su estudio buscó analizar la situación de desigualdad económica que viven las mujeres de la Cooperativa Chorolque en relación a los mineros varones. Las duras condiciones de trabajo.
La violencia de género que ejercen los hombres sobre sus compañeras. El alcoholismo y la depresión de los trabajadores.También de la capacidad de las mujeres para sobreponerse a estas adversidades y como muchas logran mediante el arduo trabajo y el ahorro revertir su situación pudiendo acceder a una vivienda en ciudades urbanizadas, logrando también pagar los estudios de sus hijos.
Nos habló de Silvia y la fuerza que tenía esa mujer, nos dijo que la quería y admiraba mucho. Qué aprovechará al máximo el curso.
Al día siguiente nos invitó a conocer el Tambo. Ese día ella volvió más temprano de sus labores y no tendría problema de presentarnos a la gente y mostrarnos la ciudad. Faltaban días para que el curso empiece. Esa tarde caminamos por las extenuantes subidas de la paz. Agotadoras para nosotros. Bea caminaba naturalmente sin agitarse. Nos decía que ya nos acostumbraríamos.
Llegamos al lugar. Bea hizo sonar un rudimentario timbre hippie hecho con latas. Nos atendió una chica brasileña de espíritu alegre y amable. Entramos y había gente, parecían antropólogos, estaban plantando en una pequeña huerta. Saludamos. Sentada en una mesa ubicada en el patio la vemos a Silvia. Me impactó mucho, por un momento se me heló la sangre.
Sentí una cosa extraña cuando la saludamos. Pensaba hace unos meses estaba leyendo sus libros y viéndola proyectada en una pantalla ahora estaba al lado nuestro. Ella estaba sentada en una mesa escribiendo, sobre esta había una calavera con cigarros, flores y objetos, cenizas y botellas.
Después me enteré que ese rito se llama Ñatitas. Cierto día de primavera, las personas que lo practican sacan el cráneo del difunto toman y comen lo que el familiar o amigo le gustaba en vida. Al finalizar el día, le piden favores y también le piden que por favor por todo lo que queda del año no moleste. El año entrante vuelven a sacar el cráneo para compartir y recordar al difunto.
En ese caso cuando empezaron a mover la tierra del terreno baldío donde construyeron el tambo encontraron estos restos óseos enterrados. A los cuales le consultan cosas y le piden favores.
Bea conversó familiarmente con Silvia mientras nosotros recorrimos y conocimos el lugar. Todo estaba hecho con mucha prolijidad de manera ecológica y sustentable por las manos y la dirección del Maestro Gabriel Ramos, un constructor boliviano que levantó las paredes del lugar. El también se encontraba esa tarde trabajando en la huerta.
http://colectivachixi.blogspot.com/
Foto choreada del blog de la colectiva
https://www.youtube.com/watch?v=IiFDxO7_XIY&list=PLkEOJ0Z66yEkYtnLXdhPKbUAVQ9puc3AO
Al rato salimos y caminamos por la ciudad. Bea nos invitó a un postrecito helado que compró en la calle.
Llegó el día en que todos los estudiantes nos encontramos en el tambo. Era de noche, hacía mucho frío. Estaba nervioso porque no sabía con qué tipo de gente me encontraría. Había un ambiente cosmopolita, transeúnte, libertario, culto, un poco snob y un aspiracionista.
Silvia no asistió, el encuentro era para conocernos. Estaba Ivan con un cuaderno cobrando el costo del taller a los que les faltaba abonar. Salía 2000 bolivianos si mal no recuerdo.
Gentes de varias partes del mundo. La mayoría éramos latinoamericanos. Muchos Argentinos. Entre estos había gente que ya había hecho el taller anteriormente que eran habitué del lugar. También había personas de otros continentes. Italianos, australianos, españoles, alemanes. El trabajo de Silvia era conocido en muchas partes del mundo.
Pasaron los encuentros, las semanas. Leímos y trabajamos mucho a lo largo de todo el mes de enero. Fue una experiencia de aprendizaje única que me cambió la cabeza, fue linda, aunque al final del proceso me agarró una crisis de estrés.
Conocí gente muy interesante. Puedo mencionar el trabajo del artista y docente de la UNAM de México Daniel Godinez Nivón.
Daniel me habló de un trabajo que estaba realizando llamado Propedéutico Onírico. ¨Un proyecto realizado en colaboración con 12 mujeres adolescentes de la Casa Hogar Yolia en la Ciudad de México. Durante dos años intentamos encontrarnos en un sueño colectivo cada miércoles a las 3am. La culminación del proyecto se materializó en un jardín de cerámica y plantas de ceniza soñadas por las chicas de Yolia. Reposando en el volcán Iztaccíhuatl (conocida como la "Mujer Dormida") cerca de la Ciudad de México, cada planta en este jardín está diseñada para perdurar 5,000 años, para que poco a poco el jardín se integre a la Mujer Dormida¨(...)
Era agradable escuchar y ver la relación que Daniel tenía con una mujer mayor llamada Amalia. Charlaban mucho, se trataban de usted, se reían. Eran muy cordiales, sobre todo Daniel era muy atento con la mujer. Una vez me los cruce paseando por el centro de la paz. Daniel le cedía su brazo para que Amalia se apoyará mientras hablaban y caminaban.
Pensé que se habían conocido en el tambo y eran amigos. Otro día, en un almuerzo callejero que hicimos con varios integrantes del grupo, conversamos y me dijeron que eran madre e hijo. Que Daniel la había invitado a participar. Que ambos paraban en lugares separados de la ciudad. No había edipo ni trauma, eran seres independientes.
Amalia es Doctora en Antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y Doctora en Psicología, UNAM de México.
El taller:
Silvia utilizaba en su didáctica el formato de ensayos visuales. En sus clases nos daba la posibilidad de elegir para la entrega de los trabajos prácticos, diversos medios y lenguajes para abordar una temática. Podíamos vincular: el ensayo escrito, la poesía, el videoarte, la fotografía, el dibujo, la pintura, la instalación, la música etc
“La visualización alude a una forma de memoria que condensa otros sentidos. Sin embargo, la mediación del lenguaje y la sobreinterpretación de los datos que aporta la mirada, hace que los otros sentidos -el tacto, el olfato, el gusto, el movimiento, el oído- se vean disminuidos o borrados en la memoria. La descolonización de la mirada consistiría en liberar la visualización de las ataduras del lenguaje, y en reactualizar la memoria de la experiencia como un todo indisoluble, en el que se funden los sentidos corporales y mentales. Me inspira que la sociología de la imagen sea una especie de "arte del hacer", una práctica teórica, estética y ética que no reconozca fronteras entre la creación artística y la reflexión conceptual y política¨.
Sociología de la imagen: miradas ch'ixi desde la historia andina - Editorial Tinta Limón - Año 2015
Cerca de la culminación del taller, fuimos todo el grupo de estudio incluida Silvia a los carnavales de Caquiaviri. Un pequeño municipio de Bolivia, ubicado a unos 90 KM en la provincia de Pacajes del departamento de La Paz.
Sus antiguas iglesias barrocas mestizas, en su interior pinturas que datan del comienzo de la modernidad, la colonización en América. La pintura del infierno, pintada con técnica europea pero con manos indígenas.
(..)El proyecto de evangelización de los españoles en el territorio andino, funcionó dentro de la mecánica de transmisión de imágenes, que se convirtió, en parte, como representante de su política. Para ello se necesitó de una colonización mental, de la que se hizo cargo la doctrina, a fin de introducir los iconos extranjeros y convertir a los indígenas(...).
(...)El mensaje en la lucha entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, anclado en la relación pecado-castigo, se manifestó en el discurso iconográfico como una estrategia efectiva para llevar a cabo lo “la colonización de lo imaginario”, fenómeno que evidenció no sólo rasgos de resistencia cultural sino también de adaptación y negociación por los nativos que ocupaban, mediante sus prácticas y creencias, el lugar de lo pecaminoso(...).
El tercer espacio en las pinturas de Caquiaviri. Agustina Mazzini. (2013)
Final:
El final del viaje se hizo difícil. El estrés, la autoexigencia, la poca capacidad de disfrute que tenía en ese momento y que aun sigo teniendo, aunque desde ese entonces estoy trabajando conscientemente en terapia para mejorar y ser un poco más agradecido con la linda vida que me tocó. En fin extrañaba mucho a mi gata, a mi familia, mis amigos, pero sobre todo extrañaba a mi país, me di cuenta que Argentina es un gran lugar.
No estoy comparando ya que el tema de las raíces y el sentido de pertenencia son cuestiones muy subjetivas y personales. Irme un mes a vivir y a estudiar a otro lado siendo yo una persona muy apegada a mi rutina y afectos, hizo que me replanteara muchos clichés que tenía en mi imaginario. Preguntarme si realmente yo quería una vida de transeúnte nómade jipi de clase media. En ese momento la respuesta fue no, ya que no tenía las herramientas ni la preparación.
Antes de irnos fuimos a la feria de las alasitas. Una feria anual tradicional de miniaturas artesanales que tienen la finalidad ritual de que las mismas se conviertan en realidad. La deidad aymara Ekeko, dios de la abundancia, es considerada la deidad principal del evento. Esta fiesta es celebrada principalmente en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz en Bolivia cada 24 de enero.
Uno va por diferentes puntos de la ciudad buscando y comprando pequeñas miniaturas a los artesanos que son representaciones del deseo. Por ejemplo, billetes de dólares, bolivianos. Títulos universitarios, títulos de propiedad. Papeles de titular de un vehículo, una moto, o un auto. Materiales de construcción. etc. Una vez adquirido lo que uno desea, hay que buscar un sabio Yatiri para que los deseos cobren fuerza y se hagan realidad.